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RFEG
España · 25/04/2018  RFEG

El deporte del golf, reflejado en libros del siglo XVI

En el Libro del Golf de 1530 aparece en su interior una ilustración correspondiente a este juego

. Uno de los más delicados libros de horas del reputado pintor belga Simon Bening contiene una rica ilustración sobre el deporte del golf que surge en el siglo XV

. En escritos de la época, en muchas partes de la costa de Escocia se castigaba a los fieles por jugar al golf durante las horas del sermón

. De jugar al golf en lugares transitados y visibles, se trasladó a terrenos baldíos y poco transitados, como eran aquellos pegados a la costa: así nacieron los links

Estuvo durante unos días en Murcia. A finales de 2017, tras haber visitado el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el Real Alcázar de Sevilla. En el mismo centro de la ciudad. Sin moverse de la Sala Alta del Real Casino y expuesto bajo una urna de cristal, pero captando la atención, por sus delicadas y bellísimas pinturas en miniatura, de muchos de los visitantes de la exposición ‘El arte como símbolo de poder: manuscritos iluminados de los siglos X al XVI’.

Una muestra englobada dentro del programa expositivo anual del emblemático edificio de la capital murciana.

Y llegó a él cuidadosamente protegido gracias a una caja acolchada y un estuche protector, como el resto de sus congéneres en papel: 60 páginas encuadernadas en piel de cabra azul y, tratándose de un libro de oraciones para los laicos de la época, bajo el singular nombre de ‘Libro del Golf’.

Una edición única numerada y autentificada

Uno de los 987 ejemplares de la edición limitada de la Editorial M. Moleiro. Una cuidadísima réplica del libro original que se conserva en la British Library de Londres, desde que los británicos lo adquirieron en 1861, tras haber sido propiedad de un barón de Bregenz (Austria).

Hablamos de «una edición única de ejemplares numerados y autentificados notarialmente», según afirman desde la editorial propietaria de tan exquisitas reproducciones, que les requirieron más de dos años de trabajo.

«Fuimos nosotros quienes hicimos la selección de los 21 libros que iban a viajar a Murcia para la exposición y, entre ellos, los tres libros de horas, donde se incluye ‘el del golf’», continúan detallando desde esta empresa especializada en la producción de códices, mapas y obras generalmente realizadas sobre soporte de pergamino, papel...

¿Pero que es un libro de horas? La descripción más adecuada podría ser la de que se trata de un pequeño libro de oraciones para fieles, generalmente decorado profusamente con pinturas en miniatura (lo que se llevaba en la época) y que se producían por encargo.

Un libro de horas agrupaba diferentes textos (salmos, rezos, etc.) para cada hora litúrgica del día (maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas) a lo largo de todo el calendario anual y sus páginas se adornaban y se enriquecían con elementos y/o estampas de la vida cotidiana, elegidas por encargo por el dueño final del libro.

Solo aquellos con un estatus social elevado –hablamos de nobles o reyes– podían encargar o adquirir estos trabajos. En el Libro del Golf las imágenes retratan actividades masculinas y propias de la aristocracia, de corte lúdico, placenteras o comerciales, así como actividades campesinas como la matanza del cerdo, la siega del heno o las labores de vendimia.

Una primera imagen

Nada se sabe del propietario del libro de las horas conocido como El Libro del Golf (1530). Desde la editorial se aventuran a decir «que tuvo que ser un aristócrata humanista, probablemente suizo o alemán, con alguna conexión con Lausana».

El nombre con el que se le identifica le viene sobrevenido porque en su interior aparece una ilustración correspondiente a este juego. Una pintura que se considera una de las primeras imágenes que existen de un deporte, el golf, surgido en Escocia entre 1421 y 1475.

No es la única aportación de actividad deportiva ilustrada del mejor pintor de Europa en aquel momento, Simon Bening (Bélgica, 1483 - 1561). El más importante maestro de miniaturas del siglo XVI reflejó en los meses del año que se conservan del Libro del Golf –sufrió la expoliación de algunas de su páginas debido a su gran belleza– varios juegos. Alguno de ellos de pelota.

En febrero, el juego del aro; en abril, el juego de la pelota con bate; en mayo, el tiro con arco; en octubre, las tabas; y en septiembre: el golf. Como indica Carlos Miranda García-Tejedor, doctor en Historia y el autor del estudio monográfico que acompaña a este excepcional libro de horas, «en el margen inferior del folio 27r aparecen tres muchachos jugando a un juego de pelota cercano al golf actual. El de la izquierda se dispone a dar un golpe a la pelota; el del centro escucha los comentarios de un burgués y espera el juego del que, de rodillas, se dispone a introducir la bola en el agujero».

Miranda aclara que «en la ilustración flamenca de libros no es infrecuente, si bien tampoco abundante, este tema, pudiendo encontrarse en la parte superior de calendarios de obras anteriores, como en el Breviario de Mayer van den Bergb, en el Libro de las Horas de los Espínola y en las Horas de Croÿ».

El doctor Miranda aprovecha para recordar en su estudio complementario a la obra que los orígenes de este juego no están claros. «En el Imperio Romano había un entretenimiento, la paganica, que utilizaba un palo curvado y una bola hecha de plumas. Otros juegos similares eran el kolven practicado desde el siglo XIV en los Países Bajos –la palabra ‘kolf’ significa palo– y el mallo francés, cuyo antecedente se encuentra en el chôle –que se jugaba en el siglo XIII–, practicado en el norte de Francia y en Flandes desde 1353, y conocido por los escoceses en 1421 cuando ayudaron a los galos contra los ingleses en la batalla de Baugé.

Sin embargo, lo que diferencia fundamentalmente al golf de los juegos anteriormente citados, donde la bola puede dirigirse a un punto previamente fijado, es el hecho de que la pelota se introduzca en un agujero, innovación realizada, quizás, entre 1421 y 1457 en el este de Escocia, cuando Jaime II promulgó un acta para evitar que con este juego los arqueros se distrajeran del entrenamiento del tiro».

Nacen los ‘links’

No deja de ser curioso corroborar en escritos de la época que en muchas partes de la costa de Escocia se castigaba a los fieles por jugar al golf durante las horas del sermón, o se les prohibía expresamente pisar la iglesia si insistían en esta falta, como se recoge en Sant Andrews, en 1599. Y es que practicar golf en domingo incumplía con el precepto bíblico de descansar ese día.

Amenazas y prohibiciones que surtieron poco efecto. Más bien propiciaron la evolución de este deporte. De jugar al golf en lugares transitados y visibles, se trasladó éste lejos de miradas indiscretas. Por ejemplo, a terrenos baldíos y poco transitados, como eran aquellos pegados a la costa.

Y es así... como nacieron los ‘links’. A la vista de lo que muestra el Libro del Golf, a algún noble se le ocurrió también que ambas prácticas, orar y jugar, eran perfectamente complementarias y lícitas.

La editorial Moleiro ampliará en 2018 el espacio donde dar a conocer esta delicada y curiosa obra. Será fuera de España. En el Salon International du Livre Rare & de l’Objet d’Art (Grand Palais), de París; en Ginebra, en el Salon du Livre et de la Presse; en Frankfurt, en la Frankfurter Buchmesse y, finalmente, en México D.F., en la Casa Universitaria del Libro de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

Datos de apoyo al artículo o de interés

Editorial: M. Moleiro Editor. Teléfono: (+34) 915 903 723 o 660 567 112. E-mail: mmoleiro@moleiro.es. Web: http://www.moleiro.com/

Obra: Edición limitada de ‘El Libro del Golf’. Simon Bening. Dimensiones: 220 x 145 mm. Tamaño miniaturas: 115 x 84 mm. Se presenta en estuche de piel, encuadernación en piel y con estudio monográfico ilustrado en color. Ejemplares: 987 ejemplares.

FUENTE: María Jesús Peñas / La Verdad