Ya estamos aquí. Las innumerables muestras de alegría y satisfacción suscitadas en Copenhague el 9 de octubre de 2009, cuando el Comité de Selección del COI incluyó el golf en el Programa Olímpico en la 121ª sesión plenaria, cobran todo el sentido este mes, en concreto del 11 al 20 de agosto, cuando la bola eche a rodar y el golf sea, por derecho propio, deporte olímpico después de ciento doce años de ausencia.
El golf, que ya fuera disciplina olímpica en los Juegos de París 1900 y Saint Louis 1904, fue excluido en Londres 1908 a causa de un boicot, permaneciendo ajeno al movimiento olímpico durante más de un siglo. El momento de volver es ahora, y el golf español lo hace con enorme ilusión y ambición deportiva.
Ese mes de octubre de 2009 se escucharon voces totalmente autorizadas en la materia hablando de algo que en un principio no era más que un anhelo de dirigentes como Emma Villacieros, agente clave en el proceso olímpico.
Tiger Woods anunciaba que el golf olímpico “sería estupendo para los países pequeños en los que está emergiendo”; José María Olazábal, ausencia forzosa en Río, ya proclamaba que “para el golf sería un empujón importantísimo que ayudará a que se consolide como una opción más en la vida”… Todo el mundo miraba al futuro con expectación y optimismo.
Y resulta que el futuro ya está aquí. También para Rafael Cabrera-Bello, que aquel 9 de octubre de hace siete años explicaba con cautela que el golf olímpico era “algo ilusionante para cualquier jugador. Tuve la suerte hace unos años de vivir una experiencia similar en los Juegos Mediterráneos, y allí pude comprobar que el espíritu olímpico es sano, amistoso y solidario. Me encantó, y por eso sería lo máximo competir en unos Juegos representando a mi país”, decía entonces. Y, bingo, el canario ha demostrado que con trabajo y dedicación los sueños se cumplen.
Esta misma noche Rafael Cabrera-Bello desfilará en el Estadio de Maracaná durante la ceremonia de inauguración como parte del Equipo Español, compuesto en su totalidad por 305 deportistas. Y, a su lado, un jugador que ya es leyenda del golf nacional e internacional como Sergio García, unánimemente reconocido como uno de los mejores golfistas del mundo.
Las dos participantes españolas en categoría femenina, y dos de las golfistas más importantes de nuestro país en los últimos años, Azahara Muñoz y Carlota Ciganda, desfilarán en la ceremonia de clausura. Cuatro nombres para ilusionarse en los primeros Juegos Olímpicos en suelo sudamericano.
Una misión hercúlea, pero nunca imposible
Del 11 al 14 de agosto se disputará en la Reserva de Marapendi la prueba masculina, en la que España estará capitaneada por Manuel Piñero, mientras que del 17 al 20 de agosto será turno para la prueba femenina, que contará con la aportación de Marta Figueras-Dotti en el papel de capitana. Ambos líderes son, por experiencia y carisma, los guías ideales para una misión que se presenta hercúlea.
Y es que obtener uno de los seis metales será más que complicado, sí, pero con los datos en la mano –y partiendo siempre de la base de que pocos deportes son tan poco predecibles como el golf– las opciones de éxitos son reales. Incluso cercanas.
Revisando el Ranking Olímpico Masculino, los resultados sitúan a Sergio García (6º) y a Rafael Cabrera-Bello (9º) entre los diez primeros. Bubba Watson, Henrik Stenson, Rickie Fowler, Justin Rose,… enormes jugadores, pero a los que los representantes españoles pueden mirar a la cara.
El Ranking Olímpico Femenino, que al contrario que el masculino apenas sí ha sufrido bajas de última hora, sitúa a Carlota Ciganda en el puesto 20 y a Azahara Muñoz en el 23. Dejando a un lado los fríos datos, la trayectoria de ambas golfistas, tanto a nivel profesional como amateur, invitan a pensar que mal harían los aficionados en no tenerlas en cuenta, con múltiples referencias que las avalan como grandes competidoras en formatos poco habituales en el golf como Solheim Cups, Europeos o Mundiales.
Con todo esto ya sabido, siéntense frente al televisor, disfruten del deporte, sufran con los nuestros y confíen en que los días 14 y 20 de agosto podamos dormir con alguna medalla al cuello. ¿Por qué no?