. El malagueño, junto a Adrián Otaegui y Eduardo de la Riva, principales bazas españolas en el torneo
. El viento y las intrínsecas dificultades del recorrido del RCG El Prat incrementan el espectáculo y las incógnitas relacionadas con un posible ganador
Hoyo 8, par 3 de 148 metros donde es muy importante no fallar el golpe por la izquierda, espacio reservado para múltiples dificultades, uno de los 18 grandes retos que entraña en su seno el RCG El Prat y donde Miguel Ángel Jiménez, caballero del golf español, vigente campeón del torneo, ejecutó su golpe con máxima perfección, vuelo de bola majestuoso antes de depositarla con manso éxito en la cazoleta de la bandera, hoyo en 1 para la galería, acción triunfal para postularse, una vez más, como gran esperanza española de este Open de España que ha desgranado ya la mitad de su recorrido.
El gran MAJ, pletórico –“ya dije que estoy dispuesto a enseñar las garras y que el resto sientan mi aliento en el cogote”–, se enfundó el palo con estilo torero antes de deleitar a su público con un baile triunfal, movimiento de caderas jaleado por seguidores entregados ansiosos por ver como este malagueño universal repite, de aquí a 36 hoyos, el mismo triunfo que le elevó al cielo hace doce meses en el PGA Catalunya Resort.
Miguel Ángel Jiménez, a seis golpes del nuevo líder de la competición, el francés Edouard Espana, tiene ante sí una empresa complicada pero para nada imposible a la que se suman Adrián Otaegui y Eduardo de la Riva, otras de las grandes bazas locales en un Open de España abierto a todo tipo de alternativas y condicionado –como lo sintieron en sus propias carnes los jugadores a los que les tocó actuar, sobre todo por la tarde, con presencia de viento– por unas fuertes rachas de aire que se llevaron en volandas las esperanzas de muchos de ellos.
Este Open, eso sí, vuelve a hablar español, sólo sea por una cuestión fonética del apellido del nuevo líder, el francés Edouard Espana, y del argentino Ricardo González, respectivamente joven promesa con todo por construir y veterano curtido en mil batallas al que jalonan, entre otras cosas, cuatro triunfos en el European Tour.
El golfista galo se aferró al campo como ese gato panza arriba que reivindica Miguel Ángel Jiménez –un solo fallo y cuatro birdies en la ronda–, mientras que Ricardo González repitió registro de 69 golpes que prueba, regularidad al margen, una encomiable consistencia en un recorrido que, a la chita callando, ha adquirido un vital protagonismo.
Ambos, con 7 y 6 bajo par, respectivamente, suceden al ‘Sudáfrica power’ que se instaló en la parte más alta de la clasificación al término de la primera jornada, cuando Trevor Fisher Jnr y Darren Fichardt acaparaban las dos primeras plazas de una tabla cada vez más comprimida por efecto del viento para vanagloria de la emoción y el espectáculo, un maremágnum de sensaciones que imposibilitan adivinar quién va a ganar este próximo domingo.
Opciones tienen muchos, incluidos, por detrás, Adrián Otaegui y Eduardo de la Riva. Los dos se postulan como otras de las esperanzas españolas a pesar de que ninguno cuajó una buena ronda, un lastre que ambos compensan, todo corazón, con el ansía de construir una trayectoria ascendente aprovechando una buena posición en el Open de España, una empresa a la que se afanan con evidente esfuerzo mientras miran de reojo a su faro permanente, ese Miguel Ángel Jiménez que enseña las garras a todos sus rivales, hoyo en 1 de por medio.