En cualquier tipo de actividad humana es sumamente importante tener una buena disposición mental para desarrollarla de la mejor manera posible. El golf, por supuesto, no es ajeno a ello. Cualquier jugador que se precie, profesionales incluso, son conscientes de la importancia de mantener la mente clara a la hora de empuñar los palos y darle a la bola.
¿Cuántas veces se dice que el golf es un deporte en el que la mente juega un papel decisivo? ¿por qué unas veces, cuando se está agobiado por cualquier circunstancia, parece un mundo ejecutar un golpe que en muchas otras ocasiones no ha planteado el más mínimo problema? ¿por qué a veces el hoyo parece una canasta de baloncesto y otras, por el contrario, parece el agujero de una competición de canicas? ¿cómo evitar la presión que siempre surge durante la celebración de cualquier campeonato?
La respuesta a todas estas cuestiones se encuentra en la mente, en su control, en su innegable poder sobre la ejecución de cualquier acción. De ahí que sea necesario conocer determinados métodos de preparación mental, en especial aquellos que están relacionados con la capacidad de relajación, saber cuáles son los síntomas y sensaciones que indican que la disposición para ejecutar un golpe es la adecuada, aprender a controlar la ansiedad, etc.
Al tiempo, es muy importante mantener la tensión adecuada en todo momento para evitar estados de relajación –o despreocupación– excesivos. Asimismo es necesario conocer cuáles son los verdaderos objetivos de cada uno y tomar conciencia de que marcarse algunos muy elevados o imposibles generan efectos muy negativos en el juego.
Además, hay que tener en cuenta que la preparación mental comienza antes de acudir al campo de golf, se desarrolla, por supuesto, durante el juego propiamente dicho y se prolonga una vez que se han abandonado las instalaciones.
Esta introducción general al poder de la mente durante la práctica del golf se desarrollará durante los próximos números de esta publicación, profundizando en las cuestiones más importantes, pero no está de más que todos los jugadores, los más grandes y los más pequeños, vayan planteándose que el golf, además de con los palos, también se juega con la mente.