Aunque parezca mentira, hemos evolucionado con respecto a hace algunos años, ya que al menos no suele escucharse aquello que relacionaba al psicólogo que trabajaba con un deportista con el psicólogo especializado en clínica, que hoy en día tan sólo se puede dedicar a trabajar en esta rama si ha aprobado el P.I.R. (Psicólogo Interno Residente) una vez acabada la licenciatura y antes de realizar varios años de residencia en un hospital.
Esta circunstancia provocaba que aquel deportista que trabajaba con un psicólogo lo tacharan de loco o falto de razón, por lo que intentaban ocultar en la medida de lo posible su relación con el mismo, no saludándolo cuando se cruzaban con él fuera del despacho en el que trabajaban.
UNA PARCELA DE ENTRENAMIENTO MÁS Hoy en día, los deportistas no tienen ningún tipo de problema en reconocer de cara a los demás que trabajan con un psicólogo. De hecho, cuando un jugador de golf ya es profesional y alrededor suyo parece haber bastantes expectativas, en casi cualquier entrevista que le hagan suelen consultarle si trabaja con un psicólogo.
En lo que en mi opinión no han evolucionado las personas que rodean a un deportista, incluso a veces el propio deportista, es en los motivos por los que deciden o se ven obligados a trabajar con un psicólogo, ya que éstos siguen estando relacionados con la incapacidad que en ocasiones tiene el jugador de reflejar en competición la técnica y el talento del que demuestra disponer en los entrenamientos.
Desde mi experiencia y criterio profesional, cualquier jugador, independientemente de las circunstancias que lo rodeen, puede incorporar el entrenamiento psicológico a su entrenamiento habitual, obteniendo los distintos beneficios que le aportará el mismo, dependiendo de la etapa deportiva en la que se encuentre y de las necesidades prioritarias que el jugador tenga en esos momentos. Debe quedar claro que el entrenamiento psicológico es una parcela de entrenamiento más, y no un entrenamiento que tan sólo forma parte del programa de trabajo de jugadores, que pueden considerarse como una excepción o un caso especial.
Encarna María Lozano Casero Psicóloga Especialista en Actividad Física y Deporte