. Nacho Elvira, segundo clasificado a tres golpes del irlandés Paul Dunne, líder en el ecuador de la competición
“Tanta gente en un hoyo, sólo lo he visto en un Major, es increíble”. Estas declaraciones, realizadas nada más terminar de entregar una notable tarjeta de 68 golpes, proceden del principal responsable de este irrefrenable efecto multiplicador de pasiones en el Open de España, el vasco Jon Rahm, ídolo indiscutible de un torneo que, atravesado su ecuador, mantiene intactas todo tipo de opciones y expectativas.
Al filo de las dos de la tarde, justo cuando el irlandés Paul Dunne había presentado sus credenciales y mostrado el camino al resto de sus rivales con una estratosférica vuelta de 65 golpes, el tee del hoyo 1 del Centro Nacional de Golf volvió a vibrar de auténtica ebullición. Ni un alma, literalmente, cabía para presenciar con una visibilidad mínimamente correcta el golpe de salida de Jon Rahm, Rafael Cabrera-Bello y Andrew Johnston, protagonistas de uno de los grandes partidos del día, como bien se puso de manifiesto durante todo su desarrollo.
Las continuas ovaciones recibidas por los jugadores de parte de los espectadores fueron continuas a lo largo del recorrido, con mención especial para la despedida de Rafael Cabrera-Bello en el green del 18, miles de aplausos repletos de cariño y reconocimiento por su esfuerzo tanto a la hora venir a disputar el Open de España como por su lucha para superar el corte hasta el último momento.
El público, desde el hoyo 1, ocupaba todos los huecos posibles desde el tee de salida hasta el green, un enjambre ilusionado de casi 500 metros de personas ávidas por presenciar un gran espectáculo, ese que Jon Rahm se encargó de generar de inmediato mediante un convincente eagle que provocó, asimismo literalmente, toneladas de pasión.
A esa hora Nacho Elvira, el español mejor clasificado, segundo en la tabla, se había descolgado con unos determinantes 66 golpes para seguir a cierta distancia la estela de Paul Dunne, en su caso merced a una vuelta inmaculada, sin fallo alguno, salpicada mediante oportunos aciertos -cuatro birdies aquí y allá- que alcanzaron su punto álgido en el hoyo 5, culminado mediante un fastuoso eagle.
Por si fuera poco, apenas veinte minutos antes Pablo Larrazábal, excelso en la segunda ronda, 65 golpes, había llenado de birdies su tarjeta -nada menos que 9, descompensados por apenas dos bogeys- para conducirle de lleno a la vida de este apasionante Open de España tras una primera ronda más discreta de 71 golpes.
El Centro Nacional de Golf, por segundo día consecutivo, volvió a experimentar vibraciones telúricas a base de grandes golpes y acciones dramáticas, la sucesión de sensaciones en las que se introdujo muy pronto la vuelta del omnipresente Jon Rahm.
El golfista vasco, un torrente de vehemente entusiasmo, arrasó las emociones de sus multitudinarios seguidores mediante ese eagle tempranero que, sin embargo, no encontró la debida continuidad para dar alcance a quienes, antes que él, habían inscrito una actuación monumental en el Centro Nacional de Golf.
Jon Rahm, excelente con el driver y los hierros, más dubitativo con el putt, se debatió pronto entre la duda de imponer la calma a su juego o dejarse llevar por ese carácter indómito que tan lejos y tan rápido le ha llevado hasta la cima del Ranking Mundial. La disyuntiva la fue marcando el producto de su propio juego, sólido pero sin la eficacia precisa para arañar los golpes que otros, anteriormente, le habían arrebatado con cierta facilidad al campo, precisamente por su acierto con el putt.
El esforzado trabajo de Jon Rahm encontró sin embargo provecho en los hoyos 5 y 11, donde el golfista vasco rubricó dos ilusionantes birdies antes de que ese ímprobo trabajo se desbaratase por un golpe defectuoso en el hoyo 12 que envió la bola directamente al agua, preludio de un lacerante doble bogey.
Bravío como él solo, Jon Rahm se rehízo de la quita mediante un birdie en el siguiente hoyo que redobló ilusiones momentáneamente perdidas. A partir de ahí, grandes golpes que no encontraban el provecho perseguido, hasta que llegó el abarrotado hoyo 18, un volcán en erupción cuando su segundo golpe a punto estuvo de entrar en el agujero.
Apaciguadas las sensaciones, un merecido birdie puso el lazo a una vuelta repleta de duro trabajo, ese que ha situado a Jon Rahm en la parte alta de la tabla, a rebufo de quienes habían escrito la historia de la jornada en las primeras horas de la mañana, Paul Dunne, Nacho Elvira, Pablo Larrazábal… grandes acciones hasta que llegó Jon Rahm para desbordar pasiones. “Tanta gente en un hoyo, sólo en un Major”, palabra de Rahm.
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