Al igual que en tantos y tantos ámbitos, Severiano Ballesteros mantuvo una relación pasional con el Open de España, torneo que engrandeció numerosas veces con su presencia y que ganó en tres ocasiones, en 1981 en El Prat, 1985 en Vallromanes y 1995 en el Club de Campo Villa de Madrid.
Mención especial merece su primer triunfo de 1981, conquistado en el RCG El Prat –en sus anterior ubicación– que ahora mismo, veinte años después, acoge una nueva edición de este torneo del Circuito Europeo, uno de los más antiguos y de mayor raigambre del Viejo Continente.
Aquel Open de España de 1981 dejó un buen recuerdo en cuanto a resultados se refiere: 43 jugadores estaban bajo par el primer día y 35 seguían bajo par tras el corte, que se estableció en 147, tres sobre par, algo poco habitual en aquellos años.
Pero, lo que es mejor, también dejó un magnífico recuerdo para los españoles, que recuperamos el título de nuestro Abierto Internacional nueve años después de la victoria de Antonio Garrido en Pals, en 1972. Nunca antes habíamos estado tanto tiempo sin ganar el Open de España, pero su mayor proyección internacional trajo estas consecuencias: mejores jugadores y más dificultad para lograr una victoria local.
Vistos los resultados a falta de la última jornada, Severiano Ballesteros parecía lejos de ganar el Open de España. Tenía por delante, como líderes, a José María Cañizares y a Vicente Fernández, quienes disfrutaban de tres golpes de ventaja sobre Steve Martin y Tony Johnstone, mientras la diferencia del cántabro respecto a la cabeza era de cinco golpes.
El propio Ballesteros manifestaba la dificultad de la empresa, pero mantenía la esperanza de que “haciendo 65 golpes puedo ganar”. Y los cálculos se cumplieron a la perfección para Ballesteros, quien comenzó con dos birdies consecutivos y se puso a cuatro golpes de la cabeza, avisando a quienes le precedían que no se podían dormir en los laureles.
El primero en caer fue José María Cañizares, con tres bogeys consecutivos (del 5 al 7) que le descolgaron de la lucha por el título, cuando llegó la que sería parte decisiva del campo, del 9 al 12, en la que había incluidos tres pares 5, donde la teoría apuntaba a que Severiano podía adquirir cierta ventaja.
Y así fue: Ballesteros hizo birdie en el 9, en el 10 y en el 12, los tres pares 5, cumpliendo el trámite del par en el 11, dando un vuelco decisivo a la clasificación. En ese momento empataba con Martin en el segundo puesto, a un solo golpe del argentino Fernández, que se mantenía en cabeza pero no había sacado partido a los pares 5, y cuando el español encaraba el difícil 14 ya compartía liderato con los dos jugadores citados, que iban en el partido siguiente.
En cuatro hoyos Severiano había sacado tres golpes al campo, dos Martin y cuatro a Fernández… El desempate empezó a planear sobre El Prat cuando Severiano acertó con un nuevo birdie en el 17 que le ponía líder en solitario, manteniendo su ventaja de un golpe al cumplir el par 4 del hoyo 18, en el que se voleó el green de segundo golpe pero supo recuperar con approach y putt.
Ballesteros había acertado en el pronóstico de sus necesidades para ganar y los demás lo hicieron bueno con sus errores finales, como el propio Antonio Garrido, quien con un eagle en el 15 se colocó a un golpe del santanderino, pero luego hizo doble bogey en el 16, que contó con un green provisional delante del habitual, que los rectores del Circuito habían considerado que estaba inaceptable.
Luego llegarían las victorias de 1985 en Vallromanes y de 1995 en el Club de Campo Villa de Madrid, pero aquello fue otra historia. Gloriosa, por supuesto.