Calentamiento previo
Salir a jugar ‘en frío’, sin realizar el más mínimo calentamiento, es uno de los errores más comunes en muchos golfistas. Unos pocos ejercicios que emplean apenas cinco minutos contribuyen a tonificar los músculos, poniéndolos a punto antes del ejercicio que vamos a realizar, al tiempo que contribuyen a evitar inoportunas lesiones.
Existen muchos tipos de ejercicios, pero uno bastante productivo consiste en ejercitar una a una todas las articulaciones mediante la utilización de un lápiz imaginario. Por ejemplo, para estimular el cuello se sitúa el lápiz imaginario en la punta de la nariz, dibujando ‘ochos’ en el aire hasta conseguir que el cuello se sienta relajado.
La misma operación se realiza para calentar los hombros –el lápiz imaginario se sitúa alternativamente en cada uno de ellos–, los codos, las muñecas, la cintura, las rodillas, los tobillos, etc. Al margen de ‘ochos’ en el aire, se pueden escribir palabras tan complejas como se quiera.
Si este sencillo calentamiento se convierte en hábito cada vez que nos encontramos en el tee de salida del primer hoyo, habremos conseguido poner el cuerpo a punto y también, más importante aún, la mente, dado que contribuye decisivamente a la relajación.
Jugar con lógica
Luego, a continuación, resulta fundamental aplicar la lógica en todos y cada uno de los golpes. Cada persona tiene un nivel de juego distinto y, en función de sus posibilidades, habrá de adoptar una y otra actitud dentro del campo. Es preciso imaginarse el golpe antes de ejecutarlo, saber qué se quiere hacer y valorar si esas intenciones resultan o no peligrosas. Hay que olvidarse del hoyo o golpe anterior, tanto si fue bueno como, sobre todo, si fue malo. Cada hoyo es distinto y en cada uno de ellos se inicia una historia nueva. Tras ejecutar el golpe hay que seguir la trayectoria de la bola para evaluar, según dónde haya ido, el por qué de la misma y conocer así los posibles errores.