. Azahara Muñoz sigue escalando posiciones con una tarjeta de 69 golpes, hasta el puesto 21, mientras que Carlota Ciganda permanece en la parte baja de la tabla, puesto 48 tras una ronda de 75
Se colgó la medalla de plata al cuello en la cita de Río de Janeiro 2016 y la de bronce en Tokio 2020. Ahora, de manera indisimulada, la neozelandesa Lydia Ko aspira a acaparar el pleno de metales con esa medalla de oro que le falta en su admirable palmarés olímpico. En su camino se interpone, principalmente, la suiza Morgane Metraux, con quien comparte liderato con -9 a falta de una ronda para la conclusión.
Agazapada en la primera jornada pero más presente en la segunda, la sonriente Lydia Ko ha desvelado sus acaparadoras intenciones en la tercera ronda, una suave pero continua acumulación de aciertos durante 54 hoyos que le ha convertido en colíder.
Su espectacular putt para birdie en el hoyo 17 fue de las acciones que generan honda confianza propia y desesperación ajena… a excepción de Morgane Metraux, que contrarrestó de inmediato con un impresionante eagle en el hoyo final. Sin grandes éxitos en su haber hasta el momento, la centroeuropea aspira a romper esa lacra a lo grande, con la medalla de oro olímpica.
Así las cosas, el torneo femenino en París se ha convertido en pelotón desbocado de aspirantes al máximo trofeo. Al margen de Ko y Metraux, otras ocho jugadoras están separadas únicamente por cinco golpes antes de la jornada decisiva, muchas de ellas con galones en sus currículos que generan envidia, demasiadas opciones, demasiadas aspiraciones para que nadie se sienta tranquila.
Las españolas, por su parte, transmitieron de nuevo dualidad, pero en esta ocasión con los papeles más definidos. Azahara Muñoz, con su segundo 69 consecutivo, siguió escalando posiciones -hasta la vigésimo primera plaza- con el ánimo de recuperar el terreno perdido en una primera ronda para el olvido. Por el contrario, Carlota Ciganda sumó su tercer resultado sobre par, un calvario traducido en un puesto 48 normalmente ajeno a la intrínseca calidad de la jugadora española.
La navarra no se encuentra a gusto en el campo, no haya su sitio, prueba opciones pero de manera infructuosa. No trasluce ansiedad, pero la procesión va por dentro. Su sufrimiento comenzó ya en su primer hoyo, cuando envió la bola al agua con su segundo golpe.
Luego recuperó con birdie en el segundo hoyo, pero a partir de ahí dio comienzo un deambular por el campo donde sus mejores acciones estaban destinadas no a arañar golpes al campo, sino a mitigar el efecto de posibles resultados negativos. “Bajar del par en la última jornada es el objetivo”, declaraba con humildad pero asimismo con coraje quien no sabe jugar sin plantearse todo tipo de desafíos.
Mucho mejor le fue a su compañera Azahara Muñoz, capaz de amarrar en aquellos puntos de campo más complicados y de arriesgar cuando había opciones de seguir escalando posiciones para compartir la batalla con las más inspiradas del torneo.
La golfista española sufrió en la primera parte de la vuelta, pero explosionó en la segunda. Tres birdies consecutivos, cuatro en cinco hoyos, reclamaron atención sobre las brillantes acciones de la malagueña, que dejó para el momento cumbre del recorrido su traca final: espectacular eagle forjado mediante un segundo golpe maravilloso que dejó la bola a apenas un metro de bandera. “Acabar con eagle es un chute de energía para la última jornada”, manifestaba con garra quien quiere emplear la última vuelta para acercarse a un poquito más a la gloria.