De una conversación distendida con Lucas Vacarisas –sí, uno de los jugadores del año 2020 en nuestro país– se pueden extraer dos ideas: que es un golfista con los objetivos muy claros y que en los últimos tiempos ha hecho lo que todos quisiéramos, aprovechar las oportunidades que se le han presentado.
Casi por casualidad aterrizó en 2020 en el Alps Tour, se enfocó en su golf, dejó a un lado lo secundario y aprovechó su momento. Lo hizo ganando un torneo y logrando una de las cinco plazas para el Challenge Tour 2021.
Ahora, con la mente más limpia tras un final de temporada agotador, está centrado en su próxima meta: el European Tour. “Será este año o más adelante, pero llegaré”, dice con determinación. Sería la culminación de una trayectoria poco convencional, pero, a la vista de los resultados, tan válida como cualquier otra. Con ustedes, el actual campeón de España Profesional.
En el peor año que se recuerda, resulta que haces tu mejor temporada profesional.
Sí, cuando se produjo el confinamiento era una de dos: o entrenamos y mejoramos lo que no estamos haciendo bien, o no hacemos nada. Y evidentemente me fui por la primera opción, buscando alcanzar un buen rendimiento y llegar a competir a alto nivel. Tuve suerte de que en mi campo, El Prat, todos los jueves hacíamos unas partidas, unas pool, con bastantes profesionales, que eran una simulación de competición. Ahí me fui testando y cogiendo confianza. En mi primer torneo, en agosto, en Austria, me sentí muy bien.
En esas partidas había jugadores como…
A veces éramos diecisiete o dieciocho, y ahí te encontrabas a Pablo Larrazábal, Carlos Pigem, Matías Calderón, Eduardo de la Riva, Eduard Rousaud, que es amateur de muy alto nivel... Jugar nos ayudó a todos, porque al final fueron muchos meses sin competir. No era competición, pero se le parecía mucho.
En la temporada 2020 despuntaste en el Alps Tour hasta el punto de ganar un torneo, el Alps de Andalucía, y ser segundo en el Orden de Mérito. ¿Te lo imaginabas a principio de año?
No, porque en enero o febrero no tenía ni siquiera idea de jugar el Alps. Mi intención era centrarme en Asia, pero fui a la escuela del Asian Tour y no me fue muy bien. Luego, ya con la pandemia, lo único que podía jugar era el Alps, así que aproveché mi momento a pesar de que cogí el calendario del Alps Tour con dos torneos menos que los demás.
¿Por qué Asia?
Era la segunda vez que jugaba allí la Escuela. Tenía buenas referencias de golfistas como Carlos Pigem. A él le fue bien allí, y creo que es un buen circuito para prepararte e intentar llegar al European Tour. También lo es el Challenge. Creo que ambas son las mejores vías para llegar al Tour, que al fin y al cabo es mi gran objetivo.
Tu final de temporada, por cierto, fue maratoniano.
Sí, se me hizo largo. Con los dos Challenges de Sancti Petri, fueron doce semanas seguidas. ¡Doce! Mentalmente fue agotador. A esos dos Challenges fui con el objetivo cumplido, y aunque estaba muy relajado, mi mente y mi cuerpo ya no estaban en competición. Y así no lograba concentrarme. En este deporte la mente lo es todo, y necesitaba descansar para la siguiente temporada.
¿Estos dos Challenges te sirvieron para saber lo que te vas a encontrar en 2021?
Sí. Me sirvió sobre todo para ver las posiciones de bandera, que son diferentes que en el Alps, que es un circuito donde están más sencillas para que los resultados sean más bajos. En el Challenge mi estrategia tiene que cambiar un poco. El nivel ahí es muy alto, pero si juego al mío, sé que puedo hacer un muy buen año.
¿Objetivo, asentarte en el circuito?
Mi objetivo real es llegar al European Tour lo antes posible, y para eso voy a seguir trabajando. Me veo con capacidad para hacerlo. Si trabajo bien y tengo estabilidad dentro y fuera del campo, tengo juego para llegar, el año que viene o cuando sea.
Otro de los momentos culminantes de 2020 fue ese gran triunfo en el Campeonato de España de Profesionales de Logroño, con eagle en el último hoyo incluido…
No pensé mucho, fui golpe a golpe. Mi mente está en jugar cada hoyo como toca, y si hago las cosas bien tendré oportunidades para que salga el mejor resultado en cada hoyo. Así que no pensé en el eagle, sino en pegar un buen drive primero, y después un buen hierro para dejarme la oportunidad de meter un buen putt. Así lo hago siempre. Desde el primer golpe fui bien, me dejé la oportunidad de eagle y la aproveché.
El Campeonato de España de Profesionales Masculino 2020 tuvo un ‘field’ extraordinario.
Sí, para mí fue un honor jugar con gente tan buena, pero al final todos somos iguales. Ellos están ahí porque han hecho un buen trabajo, pero yo también hago un trabajo muy bueno, y por eso estoy aquí. No me tengo que hacer pequeño porque haya jugadores tan buenos. Al final ellos tienen su golf, yo tengo el mío, estamos en el mismo campo y hay que jugar. Pero sí, sin duda, esta victoria es de gran valor por el nivel de la participación que tuvo.
Dicen que ese buen juego corto que tienes viene de la cantidad de horas que le has echado al Pitch & Putt.
Sí, efectivamente, intento jugar, pero no lo hago tanto. Creo que todas las partes de mi juego están estables, pero si algo tengo que trabajar más es el putt.
¿Qué es lo que cambió en 2020 para que veamos al mejor Lucas?
Cambié algo la bola que jugaba. Ahora juego una más alta, más consistente, sin buscar muchos efectos. Intento ser más sólido de tee a green. También he cambiado el putt, he mejorado bastante. Como tengo muy buenas estadísticas hasta green, a la que pateo más o menos bien, hago resultados bajos.
Lucas Vacarisas ha sido, lo que podríamos llamar, un ‘outsider’ para el aficionado español, sin integrar los Equipos Nacionales y sin irte a Estados Unidos. Te pasaste a profesional con apenas 18 años. ¿Cómo tomaste esa decisión?
Fue una decisión meditada con la familia. Pensé que si quería llegar algún día al European Tour me tenía que pasar a profesional lo antes posible porque el nivel es muy superior al amateur y lo que necesitas en el mundo profesional es experiencia. Visto en perspectiva, creo que fue una buena decisión.
¿Tuviste la tentación de ir a Estados Unidos?
Lo estuve valorando a los 16 años, pero creí que por mi personalidad y mi forma de ser no me iba a ir bien allí, así que lo descarté.
En tu parcela más personal, sabemos que eres barcelonés y de El Prat. ¿Dónde, cómo y cuándo comienzas a jugar al golf?
Vivo al lado del campo del Muntanyá, que está a unos cuarenta minutos de Barcelona. Mi padre se aficionó mucho justo antes de nacer yo, así que al vivir al lado me llevaba siempre al club de pequeño. Nunca me ha forzado para ir, me decía que cuando estuviese cansado, para casa. Hasta los 12 años sólo jugaba cuatro hoyos, porque el hoyo 4 queda cerca de la casa club y ahí ya llegaba cansado.
Tengo suerte que los hoyos 1 y 10 tienen lago. Son 150 metros volando, y a medida que vas creciendo tienes el reto de pasar el lago, y eso me ayudó a engancharme. ¡A saber cuántas bolas he dejado en el lago! (Risas) A los doce años gané el primer Campeonato de Cataluña y ahí me terminé de enganchar.
¿Todos jugáis en la familia?
Algunos, sí. Mi padre, mi tía... vivimos al lado del campo y eso te lo hace todo fácil. Además, el ambiente del club es bueno, el campo es muy agradable.
¿Coqueteaste con otros deportes o siempre supiste que el golf era lo tuyo?
Jugué mucho fútbol y tenis. Al final me quedé con el deporte al que empecé ganando. También juego pádel, me encanta, pero hace tiempo que no lo hago porque tuve una lesión en el tobillo y me entró miedo. Si eres profesional tienes que cuidarte al máximo.
También haces cosas con la Fundación Johan Cruyff. Cuéntanos.
Somos muy amigos. De hecho, somos vecinos de los Cruyff de toda la vida y tenemos una relación muy cercana. A Johan y a Danny, su viuda, los considero como unos abuelos. Son muy buena gente y me han apoyado desde que empecé a jugar al golf. Me siguen juegue donde juegue. Son personas estupendas. Y yo soy culé a tope, claro.