Tenía el golf, todo el golf, en la cabeza
Tuve la suerte de compartir casi treinta años de trabajo en la Real Federación Española de Golf con él. Allí lo llevó Luis Urquijo Landecho, marqués de Bolarque, desempeñando el cargo de Secretario General con varios presidentes, siendo especialmente relevante su tarea con Emma Villacieros y Gonzaga Escauriaza.
Resulta imposible resumir lo que ha significado su figura para el golf español. Luis llevaba el golf, todo el golf, en la cabeza y su gran dedicación fue popularizarlo y lo logró. Además fue un gran presidente del Real Club de la Puerta de Hierro y relevante directivo y asesor de diversas Juntas Directivas de Real Club de Golf de Zarauz.
Extraordinario jugador de golf, fue varias veces campeón de España infantil y por parejas, del Internacional de España individual y por parejas, de la Copa Nacional Puerta de Hierro y dos veces subcampeón de España Individual. Socio desde hace cincuenta años del R&A Golf Club de de St. Andrews, lo jugó por vez primera el pasado verano por la insistencia de sus hijos.
Si fue una suerte colaborar con él profesionalmente, ha sido un privilegio ser su amigo. Su físico era reflejo de su inmensa humanidad. Luis era una hombre tímido, austero, generoso y sentimental. Un amigo entrañable y leal. Un conversador amenísimo. Poseía un talento extraordinario, un fino sentido del humor y una memoria prodigiosa.
En las reuniones profesionales escuchaba mucho y hablaba poco, solo al final para emitir el criterio acertado y la palabra precisa. De costumbres invariables, pasaba su vida entre Madrid, Salamanca y Zarauz, donde desde su nacimiento veraneaba. También compartí con él su pasión por el Real Madrid y por Severiano Ballesteros.
Pero sobre todo Luis fue un católico ejemplar, siempre exigente consigo y tolerante con los demás. Jamás le oí una palabra que pudiera ofender a alguien. Además fue un gran español, monárquico de tradición y sentimiento. Solo unos pocos hombres escogidos de cada generación han logrado dejar testimonio de lo que es una vida plena y Luis ha sido uno de ellos.
El mundo del golf sentirá su ausencia; María, a la que quiso profundamente, un vacío irremplazable y sus hijos María, Luis, Cristina y Jaime, vivo ejemplo de los valores de su padre, la tarea de transmitirlos a las generaciones venideras.
Su lucha con la enfermedad ha sido titánica. Ha jugado esta última vuelta bajo par, con sus hijos Luis y Jaime de caddies. Detestaba perder un partido y no lo ha perdido, lo ha ganado porque entrega la tarjeta de una vida ejemplar. Estoy seguro de que su recuerdo permanecerá para siempre en la memoria de todos aquellos que nos honramos con su amistad.
Descanse merecidamente en la paz del Señor.
Juan Guerrero-Burgos
Publicado en el diario ABC (viernes 17 de abril de 2020)